Fortunato Carapato
compraba todo barato.
Tan barato lo compraba
que no le costaba nada.
Por la noche,
en pueblos y poblaciones,
iba cogiendo cartones.
Empezó con bicicleta,
ahora tiene dos camiones.
Veréis como a los cartones
los convertía en millones.
En su pueblo, en las afueras,
formó grandes cordilleras
de montones de cartones.
La ciudad se quedó limpia,
porque todos los ratones
se fueron a vivir juntos,
a los "pisos" de cartones.
Las fábricas de papel
le compraron el cartón,
y al año gana un millón.
¿Con suerte?
No, con trabajo.
¡Menuda fortuna hizo
Fortunato Carapato!
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